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La Espirituana

Cazadores de fósiles

Cavando en cuevas y otros lugares donde los huesos y dientes de animales prehistóricos se preservan bien, los cazadores de fósiles han puesto al descubierto todo un patrimonio que hasta entonces nos resultaba desconocido. En nuestro archipiélago no sólo vivieron los animales que observamos en la actualidad; especies gigantescas, hoy extintas, que conforman la magafauna del Terciario y el Cuaternario habitaron también aquí.

Paleontólogos profesionales y aficionados a las ciencias así como espeleólogos tratan desde hace décadas de dar detalles sobre la fauna existente millones de años antes. De esta forma se puso al descubierto cómo uno de los grupos más extraños, los perezosos (monos), conocidos como tardígrados por los científicos, se las arreglaron para llegar a la isla pues, con excepción de Jamaica, las restantes Antillas Mayores les dieron albergue a una o más de estas especies; pero fue en Cuba donde alcanzaron su más alto grado de diversidad.

El número de especies fósiles que habitaron en nuestro país científicamente válido constituye tema de debate entre los especialistas que afirman  un estimado razonable entre cuatro y seis. Se dice, además, que tenían tamaños variados, desde los más gigantes de 200 kilogramos de peso como el Megalocuns rodens, pasando por el Miocuns con una talla inferior a la de un perro mediano, hasta llegar al Neocuns, perezoso arborícola no mayor que un gato. Los restos de estos mamíferos soy muy abundantes en cuevas de Cuba, donde se reportan, incluso, esqueletos completos articulados.

Las evidencias relacionadas con la existencia de monos nativos de la isla antillana fueron escasas y ambiguas hasta que en los primeros años de la década del 50 se descubrió un primate de Jamaica sobre la base de una mandíbula inferior, que había permanecido olvidada por casi 30 años en la gaveta de un estante de museo.

Desde entonces otros huesos y fósiles de estos animales se han estado encontrando en Jamaica y Santo Domingo; aunque el hallaazgo más espectacular fue el que se hizo en una cueva situada en la Sierra de Galeras, en lo más alto de la región central de Pinar del Río. Allí miembros del grupo Pedro Borras de la Sociedad Espeleológica de Cuba desenterraron un cráneo casi completo de un  mono adulto, denominado Paralonatta varonai.

Posteriormente, en la localidad de Domo de Zaza, enmarcada en el territorio espirituano, el grupo Samá, vinculado a la Fundación Antonio Núñez Jiménez, de la Naturaleza y el Hombre, descubrió entre sedimentos de hace unos 17 millones de años antes, al que pudiera ser el pariente más cercano de Paratonatta.

Según refiere en su más reciente libro Expedición a las profundidades de los Milenios el investigador espirituano Abel Hernández Muñoz, las musarañas, mamíferos insectívoros, son parte de la historia de la fauna cubana como los miembros más extraordinarios de los vertebrados de la isla, destacándose el Soledonon, representado por una especie viviente y otra desaparecida y el Nesophotes micms, igualmente extinguida. Nuestro almiquí que habitó por todo el archipiélago hoy sobrevive milagrosamente en Sierra Cristal.

Otro grupo de interés dentro de la fauna prehistórica es el de los roedores. En 1994, en el propio Domo de Zaza se descubrió un diente de Caprómido del Mioceno, animal que pertenecía a la subfamilia que incluye las jutías cubanas, de hace unos 17 millones de años.

En el Pleistoceno cubano, 1,6 millones de años antes, hubo vertebrados comedores de carne pero todavía vestían plumaje. Aquí se incluyen lechuzas y aves rapaces, las cuales obviamente ocupaban el nicho de los carnívoros que los mamíferos no habían conquistado. Un miembro aberrante de este gremio fue el búho gigante Ornimegalonyx oteroi, que debió perseguir a sus presas corriendo tras ellas pues era incapaz de efectuar un vuelo sostenido.

El Carcharodon megalodon, un tiburón enorme que en su boca abierta podía sostener a más de 20 hombres, compartió esta etapa con cocodrilos, tortugas y erizos marinos. Sin embargo, los fósiles más antiguos que se conocen en este país pertenecen al período Jurásico. En áreas cercanas al archipiélago vivieron entonces varias especies de dinosaurios terrestres y marinos eso explica por qué en la porción más occidental de la isla se encuentran restos de estos terribles lagartos yaciendo en rocas que derivaron en Yucatán y hoy forman el valle de Viñales, en Pinar del Río.

En el Museo de la Naturaleza y el Hombre de la ciudad de Sancti Spíritus permanece una exposición con muestras de muchas especies prehistóricas, encontradas e investigadas desde hace varias décadas por especialistas integrantes del grupo Samá y de la propia instalación.

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